Cualquiera que preste atención a los medios de comunicación y que siga publicaciones del mundo empresarial habrá oído hablar del storytelling. Teniendo en cuenta que la rapidez con que adoptamos cualquier moda terminada en ing sólo suele ser comparable con la velocidad a la que abandonamos esas modas, sería razonable partir de un sano escepticismo y hacerse, como mínimo, tres preguntas: ¿Qué es esto del storytelling? ¿Es realmente nuevo? ¿Sirve para algo?

La primera pregunta la intentaré responder en varios de mis artículos en este blog, pero, para responderla de forma muy sucinta, sólo requiere un nivel de inglés de tercero o cuarto de primaria y doscientos gramos de sentido común. Storytelling quiere decir "contar historias" y, lo que le ha otorgado carta de nobleza, derecho a terminar en ing y por lo tanto el certificado oficial de cool, es que ahora aplicamos herramientas narrativas a contextos donde antes estas herramientas eran extrañas como la comunicación interna, la formación o la comunicación con nuestros clientes.

¿Es realmente nuevo? Si lo planteamos desde una óptica amplia, desde luego que no. Todos hemos tenido grandes profesores de primaria o secundaria con la maravillosa habilidad de "contar las cosas bien", "hacer su asignatura interesante" o "enganchar a sus alumnos desde el minuto uno". Esas tres habilidades, un experto en storytelling nos las podría vender como claridad, importancia o construir una trama interesante. Nosotros tenemos suficiente inteligencia como para saber que, si Don Ramón lo hacía en el aula de Salesianos, lo mismo no es tan innovador y lo mismo Don Ramón nos atizaba un pescozón por llamarle storyteller.

Lo que sí es innovador es que esto antes se hacía de forma inconsciente y por profesionales ajenos al mundo de la narrativa, mientras que ahora somos contadores de historias profesionales (escritores, guionistas, cómicos) los que ponemos nuestra amplia experiencia al servicio de empresas o colectivos.

¿Sirve para algo? Esta es una pregunta que requerirá algo más de trabajo en mis próximos artículos, pero, aún a riesgo de adelantar acontecimientos, avanzaré que mi opinión es que sí. Al fin y al cabo, todos aprendimos un montón de historia gracias a Don Ramón e íbamos encantados a sus clases mientras que nos moríamos de aburrimiento en las clases de Don Luis y jamás aprendimos nada de literatura. ¿O no?

Jaime Bartolomé | Graduado en Guión y Dirección de Cine
Publicado el 20 de abril de 2017